sábado, 26 de mayo de 2012

RIQUEZA FORESTAL DEL ALTO RAZÓN

El Royo (Soria). 3 de febrero de 2008.

Ayer fui a dar un paseo por uno de mis rincones favoritos, el valle del Razón. El río Razón nace en Soria, en la Sierra Cebollera, exactamente en la vertiente sur de la cima conocida como Peñón de Santosonario, y discurre hacia el sur formando un precioso valle entre la sierra del Portillo de Pinochos y la Loma del Picorzo. 

Siempre comienzo mis caminos por este valle en la cascada del Chorrón, lugar singular donde el agua hace una cabriola, y brinda un paraje muy agradable donde puede uno refrescarse (en verano) y sacar lomo, queso, chorizo y bota, al concluir la jornada.

Al frente, las nubes pujan por tocar las copas de los árboles
 



En el valle del Razón no existen monarquías absolutas, de modo que el pino albar (Pinus sylvestris), alterna su reinado con el rebollo (Quercus pyrenaica) y el haya (Fagus sylvatica), aunque son muchas especies las que complementan estos densos bosques. La parte inicial, más baja, del recorrido, está dominada por el rebollo, si bien en las riberas del Razón a esta altura quien manda es el abedul (Betula alba).




A medida que se avanza, se va sumergiendo uno en un típico pinar albar, salpicado de vez en cuando con pies singulares de otras especies, como esta magnífica haya

y algún cerezo silvestre (Prunus avium) 



 
Como en todas las sierras del norte de la provincia, 
por doquier se ven rastros de ciervo rojo (Cervus elaphus).

A la derecha, una huella prefectamente impresa en el barro.

Debajo, un acúmulo de excrementos

 












Al poco tiempo de camino, la pista presenta una finísima capa de nieve helada, exiguo botín de la pequeña nevada de anoche. Sobre ella, juega despreocupado mi acompañante de todas las salidas de monte.


 
Sobre ella, aparecen impresas 
las huellas del esquivo tejón 
o tasugo (Meles meles). 
Como referencia, la hoja 
de la navaja mide unos 6 cm.
Como es típico en los mustélidos, 
el tejón acostumbra a imprimir 
sus 5 dedos en cada pisada. 
Las uñas aparecen también impresas, 
delante de cada dedo, separadas de 
las huellas dactilares por un pequeño 
espacio, debido a que este animal, 
como buen excavador, las tiene largas, 
curvas, y muy resistentes.  




 
Más adelante, las hayas comienzan a sustituir a los pinos


Al poco empezamos a observar pies de haya imponentes, algunos de ellos centenarios







mientras discurrimos por una cerrada galería casi monoespecífica, hayedo, reino de la sombra


De cuando en cuando, algún arroyo rompe el silencio con el rumor de sus gélidas aguas


Los arroyos logran abrir un pasillo de luz suficiente para que otras especies puedan establecerse en sus orillas, como acebos, robles, majuelos, algún serbal de cazadores, mostajos, etc., escapando así parcialmente del tenaz sombreo de las hayas


Después la senda nos lleva de nuevo dentro del pinar, no sin atravesar algunos claros cuajados de escobas, majuelos, acebos, enebros...

En las zonas más altas del recorrido, podemos observar, salpicados entre los pinos y las hayas, algunos tejos imponentes (Taxus baccata)
Son los tejos árboles cargados de simbolismo en nuestra cultura, siempre asociados a la vida después de la muerte, quizá por su característica longevidad. Por desgracia, su regeneración natural en las áreas del Sistema Ibérico Norte es actualmente escasa, de modo que se trata en esta zona de una especie marginal, que nos corresponde a nosotros cuidar para evitar quedarnos sin ella en este crisol de diversidad forestal que tenemos la suerte de disfrutar.

Ya de vuelta, en las zonas un poco más bajas en las que el río coge anchura, penetra plenamente la luz sobre bosques misceláneos, en los que podemos encontrar acebo (Ilex aquifolium),


roble albar (Quercus petraea),


Esta imagen es muy representativa de la riqueza del lugar, pues en ella se observa roble albar, roble rebollo, haya, acebo, pino, escobas...


A cierta altura del curso del río Razón hay una presilla, dotada con escala para peces, que permite a las truchas remontarla


Por último, los grandes centinelas del valle del Razón, ambos tapados por nubes que han estado agarradas a los picos toda la mañana. Al este, Cebollera (2142 m)


Y al oeste, Castillo de Vinuesa (2086 m)

Y así se resume, someramente, la riqueza botánica que puede ofrecer un valle alto como éste del Razón, a tiro de piedra de Soria. En posteriores entregas trataré de mostrároslo en verano y otoño, pues la profusa paleta de colores que presenta este enclave varía significativamente a lo largo del año...


1 comentario:

  1. El Valle del Razón nunca defrauda, es sin duda un lugar para perderse.
    Me ha encantado el reportaje, espero con ganas los nuevos!

    ResponderEliminar