martes, 12 de abril de 2016

PLANTANDO FUTURO en SARNAGO (Soria)

Sarnago, 10 de abril de 2016.


Sarnago es un pueblo vivo. Esta afirmación, que debería ser inherente a la palabra pueblo, ya que significa lugar poblado, no se suele cumplir en las Tierras Altas de Soria, una comarca que lamentablemente se ha convertido en paradigma del éxodo rural y el abandono del campo. Abandonado, así estuvo Sarnago, pero por suerte, en este caso, sus hijos no lo habían olvidado. Aún cuando el último habitante permanente hubo desaparecido, algunas de sus casas continuaron recibiendo la visita ocasional de sus descendientes, que cuidaron de que éstas permanecieran en pie, a diferencia de otras muchas que, olvidadas para siempre, fueron derrumbándose ante la acción progresiva de los elementos.

Esos pocos hijos de Sarnago que nunca dejaron de visitarlo decidieron, un buen día, organizarse, y así surgió la Asociación de Amigos de Sarnago, que desde hace 36 años convoca hacenderas para restaurar elementos comunes, recuperar antiguos lares, crear y dotar un pequeño museo, mantener las tradiciones locales, y cuidar de que Sarnago no sólo permanezca, sino que, en cierto modo, siga creciendo paulatinamente.


Siendo como es la comarca de Tierras Altas una de las patrias chicas de los que formamos esta nuestra humilde iniciativa, SORBUS, siempre nos hemos volcado en recorrerla, documentar sus pequeñas maravillas, proponer posibles proyectos de desarrollo local sostenible en sus tierras... En este empeño, durante una de las muchas conversaciones mantenidas con el responsable de la A.A. SARNAGO, Jose Mari Carrascosa, se nos ocurrió que los arbolillos tantas veces utilizados en los ritos ancestrales de esta zona, que tanto tiene que ver con lo celtíbero y lo romano, provienen siempre de especies que, debido al abandono del campo, a la falta de aprovechamiento de las antiguas dehesas, etc., están en situación de escasez actualmente, y que quizá sería un acto de responsabilidad y sostenibilidad por parte del pueblo el intentar asegurar la diversidad autóctona, de la que tanto dependemos todos los seres vivos, por medio de la plantación y cuidado de nuevos individuos de estas especies.

Así fue como pergeñamos la historia que ha tenido por fin su primer reflejo real este pasado domingo, con la plantación de los primeros 12 arces ó áceres de la especie local (Acer campestre), y 2 serbales ó pomeras (Sorbus domestica), con materiales vegetales propios de la región.


Siendo como somos en SORBUS especialistas en frondosas, en su autoecología, características selvícolas y comportamiento productivo, no nos fue difícil escoger y conseguir el material vegetal más adaptado al suelo y clima del emplazamiento, y después elegir sobre el terreno los lugares donde los árboles podrán desarrollarse mejor.
 

Finalmente, con la colaboración de los miembros de la asociación, para los cuales cada trabajo en pro de su pueblo es siempre un motivo de fiesta y celebración, se plantaron los arces en dos localizaciones distintas: las terrazas que forman la falda sur del casco del pueblo, y un talud aclarado en la orilla del Arroyo de las Hoces, también junto a la localidad. Los dos serbales se colocaron en sendos hoyos abiertos en la plaza, a la puerta del museo etnográfico, centro neurálgico de actividades de la asociación sarnaguesa. Lo mejor de todo fue comprobar cómo los niños descendientes de Sarnago tenían ilusión por aprender a plantar árboles, y a conservar su pueblo de origen.

 

El ARCE es el árbol cuyas ramas se emplean en el rito del Mozo del Ramo, acompañante de las Móndidas sarnaguesas. De este ramón cuelga el rosco, símbolo de abundancia primaveral. Después la rama divide a los vecinos en dos grupos enfrentados, los que pretenden introducirlo a la fuerza por la ventana en el museo, y los que intentan repelerlo. Esta tradición hunde sus raíces en tiempos muy antiguos, quizá más de 2.000 años. Antaño las frondosas dominaban los montes en la zona de Alcarama, pero actualmente las repoblaciones de pino laricio o pudio conforman el paisaje mayoritario. En sus claros y bordes aparece, tiñendo de manchas ocres la otoñada, el serbal, aquí más conocido por POMERA, arbolillo rústico y frugal, capaz de medrar con éxito en las duras condiciones de este lugar. Tanto ÁCERES como POMERAS van escaseando, pues son especies que necesitan luz, y ya no quedan por aquí personas ni mucho ganado que aclare y mantenga sanos los montes y dehesas. 

 










Sirva este pequeño esfuerzo colaborativo para sentar las bases de un futuro que mantenga la diversidad original de estos montes de un modo razonable y sostenible, para que sigan reteniendo el suelo contra la erosión, creando materia orgánica de la que viven tantos microorganismos beneficiosos, dando alimento a nuestras tan necesarias abejas, facilitando que surja el pasto del que tanto dependen los herbívoros locales, restando CO2 de la atmósfera y sumando O2 (luchando, en definitiva, contra el cambio climático), dando soporte a la vida de las aves, regulando el ciclo del agua y, cómo no, proveyéndonos madera, leña, forraje, frutos comestibles, remedios naturales y belleza paisajística.