El
ciervo rojo (Cervus elaphus) es animal autóctono de nuestros montes. Sin embargo, en
la primera mitad del siglo XX, durante la cual asistimos al que
probablemente fue el mínimo histórico de ambiente forestal en la Península Ibérica, se extinguió de la mayoría de sus áreas de
distribución naturales. Entre ellas, podemos contar el Sistema
Ibérico Norte. En la segunda mitad de siglo, se acometieron intensas
repoblaciones cinegéticas con ciervos en la mayoría de sistemas
montañosos españoles, de forma que, a día de hoy, y a falta de
suficientes depredadores naturales, ha llegado a alcanzar densidades
exageradas en algunos de ellos.
En
el caso que nos ocupa, el de las montañas de la confluencia de
Burgos, Soria, y La Rioja, podemos decir que, tras las repoblaciones
de hace unas décadas, el ciervo ocupa hoy un lugar preponderante en
sus ecosistemas.
Cuando
digo que el ciervo es para mí el rey del bosque, hago alusión a su
majestuosidad, pues los machos, o venados, son animales que
impresionan al más pintado. Algunos de ellos llegan a alcanzar
tamaños descomunales, de forma que, vistos de lejos o en la
penumbra, uno tiene a veces la impresión de encontrarse ante un
potro, hasta que se distinguen sus poderosas cuernas y sus patas
estilizadas. El equilibrio y belleza de sus cuerpos musculosos,
combinado con la fuerza y poderío que desprende al desplazarse, más
la potencia penetrante de sus bramidos en tiempo de berrea, lo
convierten en el monarca de nuestros montes. Y es que el tamaño de
los machos, en esta especie, dobla al de las hembras.
Sin
embargo, cuando uno campea por los montes, lo usual es encontrarse
con estas últimas, más que con los primeros. Las hembras van en
grupo, formado por varias integrantes, más las crías del año en
curso y algunas de el anterior.
Normalmente
los dirige una hembra vieja. Éstas se distinguen de las jóvenes por
ser muy orejudas, tener hocicos largos y estrechos, y tender a llevar
la cabeza gacha.
Los
machos añejos van en solitario, y la mayor parte del año son
esquivos, de hábitos marcadamente nocturnos, moviéndose por las
zonas más altas y recónditas de los montes. Los machos jóvenes,
recién emancipados, suelen juntarse en grupos pequeños, de unos
tres individuos.
El momento de mayor visibilidad del ciervo macho se produce durante el celo, la conocida y afamada berrea. En ese momento, los machos, repletos de testosterona, pugnan por cubrir el harén de hembras correspondiente a un territorio concreto, exhibiéndose a través de poderosos y roncos bramidos, audibles desde larga distancia durante todo el día, pero especialmente al atardecer y durante la noche. En ese tiempo es también cuando se producen las batallas entre ellos, entrechocando las cuernas, lo que causa el característico restallar que también es audible si nos encontramos cerca de la escena de la batalla. En ese periodo, que en nuestra área acontece más o menos desde mediados de septiembre hasta el primer tercio de octubre, los grupos de hembras se mantienen en su territorio y se encuentran receptivas al macho que lo domina, cuyo premio consiste en montarlas.
Las
hembras maduras pasan el invierno preñadas, y dan a luz en
primavera, en abril o mayo en nuestras latitudes. Las crías
presentan, durante su primer verano, el característico moteado que
el "Bambi" de Disney ha grabado a fuego en el imaginario
popular.
Después lo pierden, y adquieren el mismo tono que los adultos. Aquí observamos un par de ejemplos de cómo las crías acompañan a sus madres:
En su primer otoño, emergen de las testudes de los machos dos pequeños pivotes, que a partir del año se convierten en dos varas apreciables, sin ramificaciones, por lo que en ese tiempo se los conoce como varetos.
En la primavera de su segundo cumpleaños aparece la primera ramificación, y por eso esa temporada se les llama horquillones. A partir del tercer año, la cuerna va añadiendo puntas, sin que el número de estas tenga que ver con la edad, sino más bien con la alimentación y el estado sanitario del animal. En general, en la cuerna podemos apreciar la luchadera, la contraluchadera, el candil, y por encima de éste, las puntas más altas forman lo que se conoce como la corona, un término que casa perfectamente con la denominación que del venado hacemos en este reportaje, el rey del bosque. Las cuernas se desprenden de las cabezas alrededor del mes de abril.
Después lo pierden, y adquieren el mismo tono que los adultos. Aquí observamos un par de ejemplos de cómo las crías acompañan a sus madres:
En su primer otoño, emergen de las testudes de los machos dos pequeños pivotes, que a partir del año se convierten en dos varas apreciables, sin ramificaciones, por lo que en ese tiempo se los conoce como varetos.
En la primavera de su segundo cumpleaños aparece la primera ramificación, y por eso esa temporada se les llama horquillones. A partir del tercer año, la cuerna va añadiendo puntas, sin que el número de estas tenga que ver con la edad, sino más bien con la alimentación y el estado sanitario del animal. En general, en la cuerna podemos apreciar la luchadera, la contraluchadera, el candil, y por encima de éste, las puntas más altas forman lo que se conoce como la corona, un término que casa perfectamente con la denominación que del venado hacemos en este reportaje, el rey del bosque. Las cuernas se desprenden de las cabezas alrededor del mes de abril.
El
rastro de los ciervos es fácilmente detectable, ya que, donde está
presente, suele marcar claramente pistas y senderos. Su huella
consiste en dos líneas paralelas, los dos dedos característicos de
la pezuña artiodáctila, rectas por la parte interior y ligeramente
convexas por el borde exterior.
El conjunto de la huella es más largo que ancho, y suele medir entre 6 y 9 cm. Los excrementos de los ciervos son grupos de pequeñas cagarrutas ovaladas, con un ligero pico, mayores que las de las ovejas y sensiblemente mayores que las de los corzos. Suelen encontrarse con mucha asiduidad en el monte, especialmente si seguimos las estrechas sendas entre los árboles y brezales por las que se mueven las manadas.
Como rasgo distintivo de la especie, destacaremos que, vistos desde atrás, los ciervos presentan una culera con dos francas amarillentas verticales que dejan entre sí una franja más oscura, rojiza, que es el rabo.
Para terminar, quiero hacer mención a la diferencie entre la capa veraniega, marcadamente rojiza,
y la capa invernal, parda oscura, debido a la borra que les cubre la piel.
Eso es todo, esperamos que os haya gustado esta pequeña reseña dedicada a uno de los mamíferos más emblemáticos de nuestro Sistema Ibérico Norte. Nos veremos en próximas entregas,
El conjunto de la huella es más largo que ancho, y suele medir entre 6 y 9 cm. Los excrementos de los ciervos son grupos de pequeñas cagarrutas ovaladas, con un ligero pico, mayores que las de las ovejas y sensiblemente mayores que las de los corzos. Suelen encontrarse con mucha asiduidad en el monte, especialmente si seguimos las estrechas sendas entre los árboles y brezales por las que se mueven las manadas.
Como rasgo distintivo de la especie, destacaremos que, vistos desde atrás, los ciervos presentan una culera con dos francas amarillentas verticales que dejan entre sí una franja más oscura, rojiza, que es el rabo.
Para terminar, quiero hacer mención a la diferencie entre la capa veraniega, marcadamente rojiza,
y la capa invernal, parda oscura, debido a la borra que les cubre la piel.
Eso es todo, esperamos que os haya gustado esta pequeña reseña dedicada a uno de los mamíferos más emblemáticos de nuestro Sistema Ibérico Norte. Nos veremos en próximas entregas,
¡Hola de nuevo amigo!
ResponderEliminarTe he visto en linkedin, ¿has dado un nuevo paso? ... Te felicito por ello.
Bien que todos tratemos de vivir, y te comprendo, (de eso se trata nuestro breve paso por este mundo) cada cual a su manera, o a la que este mas a su alcance, aunque a mi entender vale la pena de hacerse algunas preguntas a su conciencia antes de actuar. Cuando veo la riqueza de esas tierras de, las que representas en tu blog, me sorprende el hecho de encontrar un entorno natural en relativo buen estado. Eso en Europa y en 2013 es algo increíble y sorprendente a la vez. Aunque si te soy sincero, algo me asusta, y es que cuando se sabe de sobra el trato que el hombre da a la naturaleza, el turismo de masa o el turismo simplemente pondrá irremediablemente ese oasis de naturaleza en peligro, el exponerlo así al alcance de todos es equivalente a exponerlo al peligro, sabemos lo que se está pasando actualmente en la Antártida o en la Amazonia, triste realidad que nos tratan de esconder y de la que toda la humanidad depende. Se dice por aquí en tierras de habla francesa: "para vivir felices hay que vivir escondidos" eso, por desgracia, es una realidad en nuestra sociedad actual, y que nos enorgullece el denominarla sociedad moderna.
Vivir, si, pero no importa a qué precio, no importa de qué manera. Entiendo que es un deber imprescindible el hecho de salvar la biodiversidad, salvándola nos salvaremos a nosotros mismos... Todo eso está, ahora más que nunca, en la mano del hombre. ¡¿Cuál será su décision?!
Saludos y suerte amigo. (Alberto)
Hola!!
ResponderEliminarAdmiro la calidad de tu trabajo en el blog. Hay asociaciones de blogs por la defensa de la naturaleza en España, pienso que deverias adherir, es gratuito creo.
Saludos.