martes, 16 de octubre de 2012

EL POZO NEGRO

Fresneda de la Sierra Tirón (Burgos), julio de 2009

El pozo negro es un lago de origen glaciar situado en la cara norte de la Demanda burgalesa, junto al límite con la comunidad de La Rioja, marcado por el cordal montañoso que forman, de sur a norte, los picos Torocuervo (1.932 m), Campos Blancos (2.055 m) y Otero (2.049 m). Esta frontera natural separa dos valles paralelos, el del Oja en el lado riojano, y el del Tirón en Burgos, caracterizados por la influencia atlántica, lo que se refleja decisivamente en su diversidad vegetal.

Pasado Fresneda de la Sierra, pueblo burgalés de apabullante entorno natural, tomamos la pista forestal del camino de las Zarras, que conduce al refugio de Tres Aguas. Desde ahí lanzamos el ataque a pie hasta nuestro destino, siguiendo la pista que asciende hacia la izquierda en la bifurcación, bordeando el propio refugio. 

Enseguida nos sumergimos en una fronda muy tupida y extraordinariamente diversa, con multitud de especies arbóreas representadas.


Predominan las hayas, con los hayucos en proceso de maduración para el otoño
  
 

Se puede ver salpicado algún valioso tejo, de los que contamos con escasos individuos en nuestras montañas, cada vez menos, por desgracia. Este es un árbol propio del bosque atlántico, que en nuestro país se refugia en las umbrías de las cordilleras, esencialmente en las septentrionales. Está muy relacionado con las culturas célticas, donde representa la eternidad, como hace el ciprés en las mediterráneas. Esa es la razón de que apareciera en plazas e iglesias de los pueblos del norte de España. La razón de que se le asocie a la eternidad es su gran longevidad, ya que se conocen numerosos ejemplares mayores de 800 años, e incluso algunos milenarios.
Avellanos,

























Mostajos (Sorbus aria),






Serbales de cazadores (Sorbus aucuparia),
 
Olmos de montaña (Ulmus glabra),

Álamos temblones (Populus tremula),
 
Arces (Acer campestre),
 

Para terminar con esta lista, y como no podía ser de otra manera encontrándonos en un término conocido como Fresneda, los cauces de la zona se encuentran profusamente orlados por prominentes ejemplares de fresno. En concreto, en estas montañas la especie que abunda es la versión atlántica, Fraxinus excelsior.

En cierto punto de la ascensión abandonamos la pista forestal para internarnos en la fronda, sombría y fresca, lo que se agradece en plena canícula estival. Corren los arroyos haciendo pequeñas cascadas que aportan humedad al aire, permitiendo el crecimiento de musgos y líquenes en abundancia, que se posan sobre las rocas resbaladizas.


Sobre un tronco, encontramos algunos representantes de seta negra de chopo (Pleurotus ostreatus),

Se nota que vamos ganando altitudes importantes, porque el bosque se va tornando cada vez más claro, hasta que el hayedo deja definitivamente paso a los pastos de alta montaña, cubiertos de brezos. 

Tras la última pendiente, se adivina el circo glaciar del Pozo Negro.


  
Y, al fin, tenemos a nuestros pies la laguna.
Uno de los "excursionistas" no puede resistirse a darse un baño:
Una vez nos hemos refrescado y hemos hecho un alto, decidimos proseguir la ascensión por las escarpadas pendientes del circo glaciar, avistando ya la mansa cumbre del Otero (2.049 m).
  

Y así, podemos disfrutar de una vista del contorno completo del Pozo Negro, con esas aguas oscuras que le dan nombre, enmarcado en este imponente entorno montañoso.

 Despedimos el reportaje, no sin animaros a que visiteis esta impresionante zona de Burgos, que nada tiene que envidiar a los paisajes de la Cordillera Cantábrica, por composición y vistas.

1 comentario:

  1. Precioso reportaje y un gran lección de botánica. Tengo la suerte de haber visitado el Pozo Negro y realmente merece la pena llegar hasta él.

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